top of page

Los pensamientos caen en la lluvia

  • Abril de Miguel
  • Mar 9, 2017
  • 6 min de lectura

Aquellos días de lluvia, en los que te apetece caminar, que las pequeñas gotas te caigan encima, y sentir que se desvanecen todos los males. Pero cuando todavía las tienes encima, sientes el dolor de aquellos días, la alegría de los veranos, la tristeza de las despedidas y los recuerdos de aquellas noches ... Sira camina sin rumbo, viendo imágenes en los bancos. La lluvia cae sobre ella, haciendo vivo todo lo que toca, todas las emociones del corazón de Sira, todos los pensamientos frustrados de su cabeza, todas las palabras de su boca y todos los sueños de sus manos. No puede evitar pensar en su quinto aniversario, cuando se emocionó pensando que ya llenaba toda una mano, en el último año de tranquilidad de su corta vida, cuando el sexto aniversario ya no estaba en su casa, con su tortuga, su limonero, ni la moto de su padre aparcada en el recibidor. Todo cambió, y ni siquiera era para siempre, cuando le cae otra gota, y la casa de Prullans cambió. Puigcerdà era diferente, pero no tenía sus amistades de Barcelona, cuando creía que se podría acostumbrar, a Martinet fue a parar. Aquel piso era diferente, parecía un pequeño refugio frío, donde la nieve enterraba la puerta y bajaba los prados en trineo. Los años fueron pasando, pero la gente seguía siendo tan cruel. No podía creer que había abandonado aquellas buenas amistades, por personas tan decadentes y sin juicio. Cuando creía que este sería su destino, el piso cambió, no era mucho mejor, pero se auguraban nuevas esperanzas. Un día las cosas cambiaron, conoció a personas que eran diferentes, y realmente ella sabía que era porque aquella gente no era del pueblo, venían de su ciudad natal, donde sólo te juntas con aquella gente que quieres, ya que no hay tanta gente y no hace falta que vayas con las únicas personas que hay. Martinet era un pueblo pequeño con gente de todo tipo, pero precisamente las peores personas eran las únicas que tenía a su alcance. Sira se fue haciendo mayor, con las compañías que subían de Barcelona, soportando un instituto mierdoso del pueblo de al lado, hasta que sus padres cambiaron de rumbo, y se establecieron en un hostal con la familia. Quién hubiera dicho que aquellas miradas de superioridad, gritos ahogados en envidia y hermanos que se pelean por temas imperdonables terminarían en la ruina para las dos familias, y llevarían al punto de locura de echar a aquellos que te han acogido para empezar una nueva vida, y todo ello en contra de Sira. Ella es la pequeña, entonces lo era más, y no acababa de entender nunca lo que pasaba, porque nadie confiaba en ella. Sira quería ayudar, quería saber qué era lo que pasaba, pero no dejaban que lo averiguara. Sólo recuerda salir llorando de casa, avisando a una amiga, no podía ver a sus padres en ese estado, no podía estar en este pueblo ni un minuto más, quería huir, huir de toda la malicia y no dejar que nada la detuviera. Pasa un coche por el lado de Sira, y la moja hasta la cintura. Se da cuenta de que está llorando, mientras recuerda aquellos tiempos tenebrosos de su vida. Pero de repente, recuerda que en aquellos turmentosos días había una luz bastante intensa que le iluminaba los días con un sentimiento especial. Sira se sienta en un banco de la calle, mientras recuerda aquellas sonrisas, los más sinceros que nunca hayan salido de ella.  Era un chico, alto y delgado, mayor que ella, pero eso no la hacía atrás. Una conversación muy penosa fue lo primero que pasó, a partir de entonces, las conversaciones se fueron animando y comenzaron a intercambiar opiniones y preocupaciones. Y al final, un día quedaron. Sira lo recuerda perfectamente, pasadas las once de la noche, él le envió un mensaje: ¿Quieres ir a dar una vuelta? Contenta de su nueva amistad, accedió. Juntos, pasearon horas mientras hablaban, y parecía que las palabras nunca se acabaran. Y al ver la hora que era decidieron irse a casa, y él, la acompañó a casa. Aquel primer día fue especial, ya que Sira había encontrado una persona con la que compartir todo lo que sabía, y no cansarse nunca de escucharlo. Los días pasaban, y cada vez quedaban más a menudo, hasta que un día, él, asustado, decidió poner un peaje entre ellos dos. Esto sentó muy mal a Sira, ya que sin darse cuenta comenzó a tener sentimientos de amor hacia él. Hubo unos días un poco grises, hasta que él le confesó el porqué de su parada en seco, y le confesó que estaba cansado, y no quería volver a hacerlo. Así siguieron los días hasta que pasó todo lo del hostal, y desgraciadamente Sira marchó tres días en el pueblo de sus abuelos a desvanecerse un poco los hechos. Él, desesperado, la llamó, preguntando qué había pasado y ella, explicándole, se puso a llorar por la angustia de los hechos y por la pena de no poder haber hablado con él. Unas palabras mágicas la hicieron sentir mejor, "ahora te abrazaría" le dijo él, y Sira, se sintió la chica más afortunada del mundo.  Al volver a casa, Sira no estaba recuperada todavía, y entonces él quiso quedar con ella, y así los días siguientes, hasta una noche de lo más normal, en la que el cielo estaba nublado. Fueron a dar un paseo, y terminaron yendo a un rincón apartado del pueblo, donde entre palabra y palabra, surgieron risas. Sira recuerda, que aquellas fueron las primeras que le salieron después de todo el mal trago. No se sabe cómo, acabaron haciendo un juego, el cuál perdió Sira, y de ahí surgió un beso. Los siguientes días fueron tristes, porque él quería olvidar lo que había pasado, pero Sira era feliz, el chico que le gustaba le había dado un beso. De hecho, no fue sólo uno, pero eso no tiene importancia. Salieron de fiesta y él seguía empeñado en que los hechos no podían haber sido, pero unos días más tarde, ninguno de los dos se pudo resistir, y volvió a pasar. Quién sabe qué era exactamente lo que pasó. Pero eso hacía que Sira pudiera sonreír cada día, pensando en lo que sucedería los próximos días. Sira estaba triste, pero a la vez alegre de poder compartir momentos con él, una persona que la entendía y la escuchaba, y de vez en cuando le sacaba risas verdaderas. Una gota le cae en la nariz, y se da cuenta de la sonrisa que acaba de salir de sus labios, en aquellos momentos tan felices. Y las gotas que caen a continuación, le recuerdan los últimos días, en los que su amor era ant fuerte. La despedida fue alegre, con pequeños puntos de tristeza. Sira pensaba que aquello podría continuar, pero al cabo de un tiempo vio que no sería así. Sira ahora todavía cree que él la utilizó, aprovechándose de su inocencia y robándole el primer amor, ella está enamorada, y eso no se puede curar. Sólo tiene que mirar adelante y procurar no pensar en él, pero cuando piensa en ello, ve que las cosas no le van bien. Primero la utilizan como un trapo y la tiran a la calle, y luego él le robó el corazón, y ni siquiera se digna a hablar con ella, diciendo que la quiere de amiga pero que hasta ella no la olvide no lo podrán ser de verdad. Pero parece que no lo entienda, un primer amor nunca se olvida, él ha sido la primera persona que Sira ha amado, y aquel amor siempre quedará vigente. La vida ha tratado a Sira muy mal, como si no mereciera estar aquí, y como si no hubiera nadie que la pueda entender, y amar. Sira se pone a llorar, viendo lo que le depara la vida. Pero en este preciso instante, la última gota cae, y se lleva todo lo que Sira ha ido recordando, lo vuelve a cerrar en aquellos cajones de su mente y mira hacia delante, se levanta sobre el banco y ve su nuevo rumbo , ve cómo abandona aquel maldito pueblo y descubre nuevas experiencias. Aunque piense que nunca podrá olvidar aquel amor ... Sira sale corriendo, y recuerda la ayuda de la lluvia. Mira al cielo, y piensa: "el amor no lo tendré, pero sí alguna esperanza de llegar a ver el cielo azul en medio de tantas nubes"


Comments


Entradas destacadas
Entradas recientes
Archivo
Buscar por tags
Síguenos
  • Facebook Basic Square
  • Twitter Basic Square
  • Google+ Basic Square
bottom of page