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Indiferencia mental

  • Abril de Miguel
  • Aug 19, 2016
  • 2 min de lectura

Desperté con un ligero dolor de pecho. Por la mañana, las cosas te suelen parecer más claras que por la noche. La noche anterior, la pasé con unos amigos y mi novio. Estábamos sentados en la terraza de nuestro bar favorito, y pedimos algo de beber junto a unas patatas.Nos lo trajo una camarera de aspecto alegre y muy hermosa, a lo cuál, los chicos no se pudieron resistir a mirar. Estuve toda la noche riendo y hablando, pero hubo un momento en el que mi novio tuvo la estúpida idea de meterme mano allí en medio de la calle, yo le rechacé pero el quería seguir. Los otros, se echaron a reír, me enojé y me levanté de la mesa, a lo que él respondió agarrándome el culo. Fui corriendo al baño, pero al entrar al vestíbulo que separa el de caballeros con el de señoras, me choqué con un chico que sería de mi misma edad más o menos. Ése chico, al verme entrar, me dio un pañuelo para secarme las lágrimas y se quedó mirando cómo sacaba toda mi pena y rabia. Le pregunté si me había manchado la cara y me respondió: -Sólo me pregunto cómo hay alguien tan idiota para hacer llorar a una mujer como tu y no pedir perdón. Me sonrojé y le dije que me había planteado dejarle. -Harías bien, puesto que, deberías estar con alguien que te trate de igual a igual, y a ser posible como si fueras superior. Eso es lo último que recuerdo, a la mañana siguiente, me dolía el pecho, aunque no tanto como la cabeza. Me dolía por haber dejado que me animase alguien a quién no conocía, y la cabeza me molestaba por no haber sido lo suficientemente inteligente cómo para responder agradeciendo la amabilidad de aquél chico que se preocupó por la felicidad de los demás antes que la suya.


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